Soy apasionado del fútbol, pero del bueno; de la alegría que no genera sangre. Soy enemigo del fanatismo enfermizo que desborda pasiones desordenadas que enluta y maltrata. Soy amante de la razón y del derecho; del respeto y del amor entre humanos. Soy amante del buen fútbol.

Soy testigo del nacimiento de dos equipos que nacieron grandes para ser grandes: Ambos empezaron con derroche del dinero a manos llenas para alcanzar la grandeza; ambos han dado gloria a El Salvador; ambos tienen poder de convocatoria; ambos tienen puntos de historia, marcados con letras de oro; ambos se caracterizan por engrandecer la A.

Lamentablemente, por aquellas cosas que el destino marca con pincel de terciopelo, y que por ello no entiendo, los dos grandes son ahora grandes-pequeños-grandes – pequeños. Me refiero a Águila de 1956 y Alianza de 1960. Entiendo las altas y bajas pero no la continuidad de esta ultima.

Brizuela y los jugadores albos han probado que se puede cambiar la historia. Es cuestion de espearar. Saludos.

Israel Robles