Este articulo que publico la Prensa Grafica despues de la final que le ganamos a los dos veces pipianes lo guarde en mis archivos porque expresa lo que los Albos sentimos por nuestro AMADO equipo Blanco.. es posible amar al Alianza mas que a nuestras esposas ?? Me reservo la respuesta pues mi esposa a veces lee los comentarios del foro....

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Llegaron del Zurita, de La Vega, de Soyapango, de San Ramón. Llegaron desde donde San Salvador tiene el corazón y una costilla. Llegaron alegres. Llegaron con sus caras pálidas de alegría, albas de pintura. Llegaron con el alma blanca como su sangre, con su “cómo no te voy a querer”, queriendo como a sus mujeres nunca han querido —¿cómo amarlas más que al equipo de sus amores?, ¿cómo?—. Llegaron al norte del “Mágico” González, esperanzados. Llegaron.

Pero los esperaban. Los esperaban en el sur los santanecos, los de rojo y azul, los de “nos vemos frente a catedral”. Los esperaban ansiosos, con un 4 a 0 cínico que no sabe olvidar metido entre los dientes. Los esperaban con ganas, como el matoncito de la clase espera al pato a la salida del colegio. Los esperaban los del fasito.

Empieza el ambiente

Y Martín García que salta a la cancha. Y los rojos y azules que no se lo tragan. “Negro feo, salite.” Pero Martín sólo habla fútbol y colombiano y no entiende de gradas. Empieza a jugar y la Ultra lo sueña, y la Fiel lo idolatra. Willian Osorio lo marca. Martín se cae. “Parate”, le gritan desde el sur los occidentales.

Pero se vuelve a caer. Los rojos le quieren dar un Oscar; los albos, un beso en la cabeza teñida. “¡Amarilla!, ¡árbitro ciego, que no estás viendo que los está agarrando de la camisa!”

Entonces FAS ataca. “Señor, ése fue penalti.” No, señor, no fue. Cero a Cero. “Va a haber extratiempo, más cerveza, ¡hijos de ****!”, grita alguien de rojo en la tribuna baja. Más cerveza entonces.

Velázquez mete el tiro libre y en el norte, los de sangre blanca lloran. “No, Dios, no.” Pero Dios no sabe jugar fútbol y es mentira que el diablo sea rojo. Espíndola se lleva los labios a la cabeza y besa con amor el gol del empate. Hoy sí, amigo de la cerveza, zóquela que ya se debe haber acabado. Habrá penaltis.

El recuerdo aparece disfrazado de 12 pasos. ¿Águila-Fas, final 2003 le dice algo? “¡Nombre, otra vez!” “¡Vamos, Montes, vamos!” Uno es fasista. El otro, aliancista. Uno en el norte, el otro en el sur. Uno borracho, el otro también.

Reyes, no vayas a fallar. Marvin, haceme el “please”. Murgas, confío en ti. Pero Zico le sopló el pie a uno, Baggio le movió el balón a otro y Platini le sacó la lengua al tercero. Los hombres fuertes, los infalibles, los grandes erraron. Curbelo no. Alianza es el campeón.

“Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer.” Y 15 mil blancos volvieron a casa contentos. Tomaron la 42, la 44 o caminaron por la Roosvelt, por la 49, hacia los Próceres, hacia Simán centro, hacia Metrocentro. Y uno a uno fueron volviendo a La Vega, al Zurita, a Soyapango, a San Ramón. Felices, todos, como quien olvida un 4-0. Contentos como quien le acaba de ganar al FAS. Picándosela, como quien se sabe campeón. Enamorados.